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Dicen que por ahí donde él imprimía sus huellas, el sol atenuaba su brillo, las aves cesaban sus cantos y a los hombres helábaseles la sangre en las venas.
Dicen que el suelo que pisaba quedaba yermo, que el aire que exhalaba era ponzoñoso cual azufre y que los ríos que cruzaba ennegrecían sus aguas.
Dicen que no podía abandonar su errante existencia, que era antiguo como la montaña, como el valle, anterior al primer hombre, dicen mucho de él, pero nadie sabe de donde vino, a donde irá o por qué vaga siempre.
Dicen que está maldito…
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