viernes, 8 de febrero de 2008

Cisne y Serpiente




Ella se desplazó con la dulzura de la que solo es capaz una combinación tétrica entre serpiente y cisne. Se separó de su grueso abrigo blanco, este se dejó caer luego como un inusualmente pesado copo de nieve. Sus piernas se abrieron para posarse sobre mí. Yo no lo disfrutaba, como podría haberse pensado, no podía sentir ninguna clase de placer al estar amordazada y atada a una silla incómoda de madera. Sus labios se paseaban por mi cara, pero no eran húmedos, más bien eran ásperos, calientes, enrojecían mi piel, siempre había sido de dermis delicada y tenía que usar cremas para que el sol no me dañara.
"¿Me deseas?" Susurró a mi oído aquella femenina criatura. "Claro que te deseo, no importa que seamos del mismo sexo, eres una belleza imposible de no tomar en serio, eres mi ideal estético de mujer, eres perfecta, excepto en el hecho de que eres una psicópata" pensaba yo mientras ella seguía contorsionándose y restregándose sobre mi. Mi lesbianismo nunca me había causado problemas, pero esa mujer parecía haberme secuestrado precisamente por esa razón. Y ella continuaba paseando sus labios sobre mi rostro, pero pronto se aburrió de este y se desplazó a mi cuello, mis hombros y, luego, despojándome de mi sujetador, movía juguetonamente su boca por mis pezones, hasta ahora todo era ya soportable, a pesar de no ser agradable, no me llaman la atención los juegos sadomasoquistas.
Deseaba a esa mujer, pero habría sido mucho más conveniente en otras circunstancias. Algo cambió terriblemente, algo que era indicador de que esto no se trataba de algo común (entiéndase como se entienda), de algo "humano". Ella paseó su lengua bífida por mi pezón izquierdo. ¡Si, dije lengua bífida! era viscosa, húmeda y caliente, pero no por el calor corporal, sino por esa saliva corrosiva que le escurría y que irritaba mi piel a niveles peligrosos.
Ya antes la había comparado con un cisne y una serpiente, pero ahora sé que ella es toda serpiente y nada de cisne, lo que tenía de esta ave se ha caído ya, su plumaje yace en el suelo en forma de grueso abrigo de invierno.
¡Me ha disparado en un brazo! El dolor es insoportable, y más aún cuando ella hunde su larga lengua en mi herida para lamer la sangre. Parece no convencerle el sabor y me mira fijamente con esos ojos bellísimos, hechizantes, hipnóticos.
"¿Me deseas?" me pregunta de nuevo, a pesar de todo, no sé que tanto ha cambiado la respuesta desde la última vez. Ella es hermosa, es impresionantemente bella y a pesar de todo, elegante. Su boca y su conducta inhumana son lo único que la separan de ser la más hermosa entre las más hermosas criaturas. Sostiene el arma cuando me ve fijamente, me desea, pero no como mujer, ¿entonces, como?
Quita la mordaza y antes de que yo pudiera reaccionar ella me besa y su lengua se sumerge en mi boca. Me quema, me lastima, se hunde cada vez más profundo, no sé que tan hondo ha llegado, pero si es bastante. No soy su juguete, no soy su amante, no soy su víctima ni su diversión. ¡Soy su alimento!
Me voy con una seguridad en mi poder, he besado a la mujer más hermosa del planeta, y puedo dar mi alma como aval de este juramento.

jueves, 7 de febrero de 2008

El último juego de maullidos


Si eso no hubiera bastado, no sé que más hubiera hecho. Tal vez ya no me quedaban ideas, y tuve que utilizar un último recurso indeseable. Me arrepentiré de ello en el futuro, lo sé, muchos han hecho cosas parecidas y tienden al amargo arrepentimiento posterior. Me he perdido de nuevo, ¿Qué estaba yo diciendo?
Ya no importa. Mañana todo se olvidará como suele suceder. A nadie le interesa la muerte de un gato, ¿verdad? A mí si me importa, yo lo maté, tuve que hacerlo, tuve que silenciar a ese terrible espíritu disfrazado de minino. Quizá ahora pueda disfrutar pacíficamente de una taza de descafeinado, mi doctor me ha recomendado no consumir cafeína o nicotina, así que me veo obligado a obedecerle. ¿Qué tengo? Interesante pregunta, realmente no lo sé. Realmente no me han podido diagnosticar nada. Alabo a la ineptitud e incompetencia médica de este miserable país, nadie sabe lo que tengo y mientras tanto soy libre, en lo que cabe. Tengo un par de proyectos en mente que no podía concretar por el demoníaco acoso de ese mal nacido felino.
¿Demasiado habar de ese infernal gato? Ah, claro, me disculpo, solo he contado que maté un gato, pero nunca he dicho el como ni el porqué. Para saciar curiosidades intentaré contar esa loca época en la que comenzaron los maullidos. Recuerdo que aquella primera mañana mi esposa estaba cocinando y yo me vestía para el trabajo, como de costumbre, pero en esta ocasión había algo distinto. Desde la ventana un maullido se dejaba oír, era constante y pronto comenzó a resultar molesto. Le grité al vecino que callara a su odioso gato, desde el balcón contiguo ese embustero de mi vecino negó la existencia de un gato, pero no podía ocultar a ese infeliz felino por mucho tiempo, cuando se descuidara yo me encargaría de él.
Esa noche mi mujer me contó acerca de la vecina, de lo feliz que era ahora ese matrimonio con su nuevo miembro. Yo contesté con un tono molesto que si bien ellos eran muy felices, el escándalo que causaba era terrible. Mi esposa solo me miró con aires de extrañeza, “lo que me faltaba”, pensé, “incomprensión de parte de mi esposa, este matrimonio irá en picada antes de darnos cuenta”.
Los maullidos de ese molesto animal me aturdían los oídos día y noche, y me negaban la concentración. Por aquel entonces mis niveles de cafeína diarios eran tan altos que mi orina bien había podido ser tan oscura como el café en cualquier momento. Pronto mi desesperación creció a un nivel insano, planeé una estrategia para deshacerme de esa criatura infernal, sus terribles lamentos eran cada vez más frecuentes y fradaban con insistencia en mi cordura.
Una taza de azúcar, clásico, pero no tan clásico es tener un cuchillo de cocina fajado en el cinturón, oculto por su puesto, así en lo que la vecina me surtía con la dulce azúcar yo silenciaba al maldito gato. Toqué a la puerta, me abrió mi bella vecina, bien podría tener con ella alguna aventurilla futura, “si, se me ofrece algo” esa taza se fue hacia la cocina en las manos de esa mujer de encantadoras curvas, que últimamente habían lucido algo flácidas desde que regresó de aquel viaje. Seguí los maullidos, estos psicópatas cuidaban tanto al animal que le tenían un mueble cuna especial. No lo pensé y lo atravesé solo dos veces, más que suficientes creo yo. No importa si la mujer se espanta con el cadáver del minino después. Lo negaré todo. Me deshice del cuchillo cuando regresé a casa. Efectivamente, poco después se escucharon los gritos aterrados, no entiendo por que tanto alboroto por un gato, hay policías y… ¡Se llevan a mi vecina!
Algo no me parece normal, ¿desde cuando el asesinato de mascotas es un delito grave en esta ciudad? “Yo no se nada, yo no se nada” decía cuando alguien me preguntaba. Regresé a mi habitación y mi mujer me pareció muy angustiada.
Creo que en un tiempo se olvidarán del asunto, los gatos no son gran noticia por demasiado tiempo. Y esta es la historia de ese odio animal del que me he deshecho. No siento culpa aún por ello, pero tal vez pronto. Mientras tanto continuaré tal como estaba, con mis proyectos, con mis planes, con mi tranquilidad, con mi recién recuperada paz.
¿Policías, en mi puerta? ¿Qué querrán?...

La Esencia

La Esencia está viva, cada día respira de nuestro aire y se mueve por nuestro espacio. Somos miserablemente pequeños ante ella. Es nuestra creadora. Pero sus manifestaciones son desconcertantes y casi nunca agradables. Sus manifestaciones son seres. Algunos andan entre nosotros y otros se ocultan en las sombras del mito, mientras que a otros más les es indiferente nuestra existencia y nos pasan de largo. Ellos son los seres de la Esencia.
Soy alguien que ha vivido cerca de todo ello, y que ha tenido la suficiente suerte de sobrevivir o, cuando menos, permanecer cuerdo.
Cada caso del que yo tenga conocimiento en el que se sospeche de una manifestación tal ha de quedar plasmado en este lugar. Aún a costa de mi volundad.

Mapamundi maldito

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