domingo, 19 de octubre de 2008

Mito errante


Dicen que por ahí donde él imprimía sus huellas, el sol atenuaba su brillo, las aves cesaban sus cantos y a los hombres helábaseles la sangre en las venas.
Dicen que el suelo que pisaba quedaba yermo, que el aire que exhalaba era ponzoñoso cual azufre y que los ríos que cruzaba ennegrecían sus aguas.
Dicen que no podía abandonar su errante existencia, que era antiguo como la montaña, como el valle, anterior al primer hombre, dicen mucho de él, pero nadie sabe de donde vino, a donde irá o por qué vaga siempre.
Dicen que está maldito…

lunes, 13 de octubre de 2008

En el vacío de tus ojos

Estoy solo en este lugar… Es inquietante el silencio que gobierna, no se escuchan mis pasos ni mis gritos desesperados. No sé donde es aquí. “Aquí” que palabra tan curiosa y falta de significante se siente en este sitio de inexistencia. Recuerdo muy poco antes de resultar en este sitio. Imágenes borrosas de algo que no puedo ya rememorar, una mujer. Es una mujer lo que veo, dueña de una sinigual hermosura, con una mirada seductora, y está frente a mí en aquella lejana visión. No sé cuando es que se supone que la vi, en realidad no se cuanto tiempo llevo en esta desolación silenciosa. Siento que un miedo espectral me invade al darme cuenta de algo poco usual y estremecedor de verdad. No soy el único, no estoy solo. Percibo la presencia de alguien más, me oculto como puedo, me cobijo con las sombras que me rodean para no ser visto, y entonces distingo en la neblinosa lejanía la silueta de una criatura deforme. Extremadamente alta con brazos muy largos, la espalda echada hacia atrás en una posición grotesca, pero pronto se desvaneció entre la niebla sinuosa. No logro escuchar nada aún. Pero sucede de nuevo, veo la imagen de la desconocida y bellísima mujer en recuerdos que siento irreales y remotos, como si se me negara la certeza de que alguna vez hubiese sucedido. Ella me mira como quien ve anhelante una botella del más dulce vino. Pero me pierdo en sus ojos.
¡SUS OJOS! Eso es lo que ha sucedido, me he perdido en sus ojos, soy prisionero de su mirada, soy un alma en pena pagando el imperdonable crimen de ver a la bellísima Circe directo a su hechizante y malsana mirada, algo lúgubre, ella me ha dejado perdido, en un ilimitado infierno estóico, una eternidad negra y silenciosa, como sus ojos profundamente oscuros, cual obsidiana, a pesar de lo blanca de su piel y su cabello rubio y ensortijado. Ahora me siento extremadamente solo y con una desahuciada esperanza, siento un frío que no existe en realidad, siento que ya no hay razón para luchar y que las fuerzas que tenía han sido diezmadas, ya que, después de todo, no hay modo de escapar de unos ojos tan cautivadores. Literalmente, ha robado mi alma con una mirada.
Cuando veo mis manos soy víctima del horror más indescriptible, me dejo vencer por un pánico terrible, mis manos no son humanas, mis dedos son ridículamente largos y afilados, mi piel de un color gris pálido, mi cuerpo no es humano, no más, soy una criatura deforme como aquella de la que me había ocultado. Dolorido y aturdido, luego de acostumbrarme a mi actual situación de monstruosidad, vago en una confusa ofuscación de mis pasos dirigidos hacia ningún lugar, pues no hay a donde ir, y me encuentro con algo todavía mas repugnante y terrible, la visión más estremecedora. En un ominoso y escatológico claro entre la blanca oscuridad distingo un gran cúmulo de criaturas espigadas y deformes, como yo mismo lo soy ahora, en un malsano hervidero, una muchedumbre descontrolada, royendo el éter y raspándose entre ellos, como animales, como larvas de mosca en un cadáver, y repugnan a mi vista, pero yo soy como ellos, ahora, invariablemente pertenezco a ellos, millones de blasfemias, y como poseído por una imperante necesidad de contacto físico sin importar cuan grotesca resulte la naturaleza del tacto, me entrego a la podrida orgía, como siempre debió ser, como lo es ahora mismo…Entre la inmensidad existente en sus ojos vivo y me arrastro.

La Esencia

La Esencia está viva, cada día respira de nuestro aire y se mueve por nuestro espacio. Somos miserablemente pequeños ante ella. Es nuestra creadora. Pero sus manifestaciones son desconcertantes y casi nunca agradables. Sus manifestaciones son seres. Algunos andan entre nosotros y otros se ocultan en las sombras del mito, mientras que a otros más les es indiferente nuestra existencia y nos pasan de largo. Ellos son los seres de la Esencia.
Soy alguien que ha vivido cerca de todo ello, y que ha tenido la suficiente suerte de sobrevivir o, cuando menos, permanecer cuerdo.
Cada caso del que yo tenga conocimiento en el que se sospeche de una manifestación tal ha de quedar plasmado en este lugar. Aún a costa de mi volundad.

Mapamundi maldito

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