Hay sangre debajo de sus uñas rotas y astilladas. Corre tan rápido como puede, pero podría no ser suficiente, podrían seguir sus pasos, hay aromas en el bosque, tierra húmeda, musgo, pino. Escucha pasos tras de sí, no son humanos, corren con garras y dientes, corren detrás de ella, una jauría de desollados infernales.
Las hojas crujen bajo sus pies, desea encontrar una carretera, una persona, algo que la haga sentir protegida. Sabe que no lo hallará. Sabe que morirá sola en ese lugar. Un sacrificio para los idólatras. No sabe si la velocidad de sus pies alcanzará para salvar su vida, o es solo que dentro de sí la oscura seguridad de su muerte se retuerce en torno a su cuello, como una cadena de castigo, pero ha decidido que no se la tendrán tan fácil esos bastardos.
Hay un puente delante, se esconde debajo. La sangre empapa su cuerpo, como una segunda y definitiva piel. Como esa de la que sus persecutores carecen. Escucha crujir la madera cuando ellos cruzan a toda velocidad, espera unos momentos y corre arroyo abajo. Suplica a Dios entre jadeos, una posibilidad de salvación, una segunda oportunidad, suplica y promete la purificación de su alma, el reencause de su vida, hasta entonces malgastada, buenas obras para los prójimos. Dios tal vez la haya escuchado. En lontananza un rumor familiar, es un automóvil, y no parece estar lejos. Corre a toda prisa, cada una de las heridas en su piel le arde como mil demonios lamiéndole con sus incandescentes lenguas sulfurosas.
En la camioneta, la pareja va algo distraída. No es fácil ir conduciendo cuando tu copiloto se dedica a felarte. Los faros apuntan a la carretera apenas lo suficiente para distinguir los cercanos obstáculos posibles. Así que cuándo la ve, gritando a media calle, manchada de sangre, la impresión es tremenda. Da un volantazo, luego otro más fuerte. Casi de milagro consigue frenar antes de atropellar a la intrusa que grita cosas incomprensibles. Su compañero se levanta desconcertado, asustado y un tanto mareado.
Ella se acerca al coche, sus gritos son una cacofonía desesperada con olor a sangre. Y cuando el piloto baja a preguntar, de entre el bosque junto al camino, esos aparecen, son como enormes perros sin piel, como pesadillas de carne sin sangre y terribles ojos amarillos, una marejada de garras, dientes y huesos descubiertos, con mandíbulas que se desquijarran al abrirse. Su boca expele una terrible combinación de sangre y saliva vaporosa, caldeada, viscosa, se percibe una halitosis de muerte añeja. Estos embisten a la mujer y la despedazan en cuestión de instantes en los que los dos tipos son testigos de la más brutal de las muertes imaginables, una apoteosis de sangre y crujir de huesos. Un dedo sale disparado de esa feroz carnicería, choca contra el parabrisas, la sangre escurre por el cristal lentamente. Sin pensarlo dos veces arrancan y huyen sin mirar atrás.
El dedo medio masticado parece apuntar fuera del camino. A un sitio cuyo nombre es mejor no conocer. Hay sangre bajo esa astillada uña.![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiO4NmUcSTfiSF3xUsdPDdxLghds_JEBbSM2oD33mBkr44U73QI9u3JjiYQLZqproLztB9XUS8ySxqrmmpL7Z7MqckCUFmgoG4e9DsKDVey1Mb5uhZXayl8GKfSEWsnKdUcBjXnVc9jTs_4/s320/298.gif)
Las hojas crujen bajo sus pies, desea encontrar una carretera, una persona, algo que la haga sentir protegida. Sabe que no lo hallará. Sabe que morirá sola en ese lugar. Un sacrificio para los idólatras. No sabe si la velocidad de sus pies alcanzará para salvar su vida, o es solo que dentro de sí la oscura seguridad de su muerte se retuerce en torno a su cuello, como una cadena de castigo, pero ha decidido que no se la tendrán tan fácil esos bastardos.
Hay un puente delante, se esconde debajo. La sangre empapa su cuerpo, como una segunda y definitiva piel. Como esa de la que sus persecutores carecen. Escucha crujir la madera cuando ellos cruzan a toda velocidad, espera unos momentos y corre arroyo abajo. Suplica a Dios entre jadeos, una posibilidad de salvación, una segunda oportunidad, suplica y promete la purificación de su alma, el reencause de su vida, hasta entonces malgastada, buenas obras para los prójimos. Dios tal vez la haya escuchado. En lontananza un rumor familiar, es un automóvil, y no parece estar lejos. Corre a toda prisa, cada una de las heridas en su piel le arde como mil demonios lamiéndole con sus incandescentes lenguas sulfurosas.
En la camioneta, la pareja va algo distraída. No es fácil ir conduciendo cuando tu copiloto se dedica a felarte. Los faros apuntan a la carretera apenas lo suficiente para distinguir los cercanos obstáculos posibles. Así que cuándo la ve, gritando a media calle, manchada de sangre, la impresión es tremenda. Da un volantazo, luego otro más fuerte. Casi de milagro consigue frenar antes de atropellar a la intrusa que grita cosas incomprensibles. Su compañero se levanta desconcertado, asustado y un tanto mareado.
Ella se acerca al coche, sus gritos son una cacofonía desesperada con olor a sangre. Y cuando el piloto baja a preguntar, de entre el bosque junto al camino, esos aparecen, son como enormes perros sin piel, como pesadillas de carne sin sangre y terribles ojos amarillos, una marejada de garras, dientes y huesos descubiertos, con mandíbulas que se desquijarran al abrirse. Su boca expele una terrible combinación de sangre y saliva vaporosa, caldeada, viscosa, se percibe una halitosis de muerte añeja. Estos embisten a la mujer y la despedazan en cuestión de instantes en los que los dos tipos son testigos de la más brutal de las muertes imaginables, una apoteosis de sangre y crujir de huesos. Un dedo sale disparado de esa feroz carnicería, choca contra el parabrisas, la sangre escurre por el cristal lentamente. Sin pensarlo dos veces arrancan y huyen sin mirar atrás.
El dedo medio masticado parece apuntar fuera del camino. A un sitio cuyo nombre es mejor no conocer. Hay sangre bajo esa astillada uña.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiO4NmUcSTfiSF3xUsdPDdxLghds_JEBbSM2oD33mBkr44U73QI9u3JjiYQLZqproLztB9XUS8ySxqrmmpL7Z7MqckCUFmgoG4e9DsKDVey1Mb5uhZXayl8GKfSEWsnKdUcBjXnVc9jTs_4/s320/298.gif)
2 comentarios:
me gustaron mucho los textos. te agrego a mis favorite links. gracia spor pasarte por el mío, saludos.
realmente adore tu blog, te sigo definitivamente, no pretendo perderme uno solo de tus relatos
saludos
=3
Publicar un comentario