domingo, 6 de abril de 2008

Eucaristía canibal



(La antesala de una ecatombe)




“Beban de mí, coman de mí. Soy la fuerza, soy la salvación. Mi carne los hará dignos, mi sangre los hará salvos. Aliméntense de mí y sean partícipes de esta sagrada eucaristía” así eran siempre mis discursos. Y siempre terminaban postrados ante mí, adorándome como a un verdadero Dios. Solo espero que el hacedor del universo me perdone por mis actos.
No siento la necesidad de arrepentirme de mis actos, es necesario, es preciso que se haga de este modo, así es como nacerá, desde las cenizas de una ciudad moribunda y caótica, una nueva sociedad, el principio de mi perfecta civilización. Limpia del pecado, entregada a la tarea devota de mejorar para bien a la ciudad entera. Ellos son mejores después de mí, ellos son mejores que antes de ser convertidos y lo planeo con todos. Dios será mi guía en esta campaña.
He de confesar algo. He de confesar la verdadera naturaleza de lo que ha pasado. Yo no soy malo, yo no soy el villano, soy el salvador. Desde los ocho años descubrí que podía hacer algo que nadie más puede. Cuando me hiero mis tejidos son repuestos de forma inmediata. Mi cuerpo se regenera a una velocidad impresionantemente veloz. Un caso impresionante, una vez me corté un dedo entero para probar los límites de esta capacidad, descubrí con gran sorpresa que simplemente no tenía límites, el dedo entere, con todo y el tejido óseo fue repuesto en menos de un minuto, debido a que nada puede dañarme, el indicador biológico de daño, es decir el dolor simplemente no existe, soy insensible al dolor. Cuando alguien me habla de ello simplemente siento nostalgia, de lo que nunca he tenido.
Los primeros años de mi vida todo fue bien, mantuve mi capacidad en secreto, prácticamente nadie sabía de esta. Pero sucedió un día que descubrí que no era una capacidad sencillamente, era algo más allá de eso. Fui atacado por un perro callejero, no me preocupó tanto, no me dolían sus mordidas, pero a este siguieron otros, y me destrozaban vivo. Dejó de ser soportable. Quise salir de ahí, me di cuenta de que me habían sido arrancados pedazos enteros de carne, eran animales verdaderamente feroces. Se alimentaron con esa carne, y luego bebían la sangre que brotaba de esta, se relamían sus enrojecidos hocicos con esas sus lenguas húmedas y largas mientras se acercaban lentamente a mí. No estaban en actitud de ataque, era distinto, era mejor, eran sumisos a mis palabras y órdenes, como si las entendiesen. Algo grande había ocurrido, tenía a mi servicio a una jauría de perros callejeros. Noté después que no solo eran sumisos a mis órdenes, sino que se habían vuelto más fuertes y rápidos de lo que ya eran. Algo muy loco se me ocurrió luego. Engañé a un indigente para llevarlo a mi casa, ahí lo até, lo drogué y lo obligué a comer de mi carne cruda (me arranqué un poco del antebrazo con un cuchillo de cocina) al hacerlo, pareció hacerse lo suficientemente fuerte para librarse de sus ataduras. Se lanzaría contra mi, pero entonces calló de rodillas ante mi, había tragado mi sangre y ahora era un hombre físicamente muy poderoso, pero sumiso ante mi.
Esto continuó así durante semanas enteras, pronto tenía a unas cien personas adictas a mi carne y sangre, pidiéndome que les ordenara cualquier cosa. Y ahora toda la ciudad está en mi mira. La sociedad perfecta se alimentará de mí. No importa cuanto tenga que sacrificar, cuanto haya que perder, soy su Mesías, el salvador de su miseria. Dios me daría la razón. Mi carne los hace fuertes, mi sangre los vuelve parte de todo, los vuelve irremediablemente míos. Es hora de que se unan a mí, o perezcan. Por la fuerza o por voluntad, pero todos me seguirán. ¿Quieren un pedazo de mí? No tienen mas que pedirlo. Eucaristía caníbal.

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La Esencia

La Esencia está viva, cada día respira de nuestro aire y se mueve por nuestro espacio. Somos miserablemente pequeños ante ella. Es nuestra creadora. Pero sus manifestaciones son desconcertantes y casi nunca agradables. Sus manifestaciones son seres. Algunos andan entre nosotros y otros se ocultan en las sombras del mito, mientras que a otros más les es indiferente nuestra existencia y nos pasan de largo. Ellos son los seres de la Esencia.
Soy alguien que ha vivido cerca de todo ello, y que ha tenido la suficiente suerte de sobrevivir o, cuando menos, permanecer cuerdo.
Cada caso del que yo tenga conocimiento en el que se sospeche de una manifestación tal ha de quedar plasmado en este lugar. Aún a costa de mi volundad.

Mapamundi maldito

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