martes, 29 de mayo de 2007

Amanita Virosa III


Amanita Virosa III

La Confidente de Plata



Un sol rastrero y triste iluminaba el bosque en trazas de luz que atravesaban las hojas y ramas de los árboles. El viento gemía angustioso y suplicante desde el oeste mientras unas cansadas alas cristalinas se batían en el aire con dificultad después de haber seguido tantos pasos, tantos rastros oníricos de hada. Los sueños con aroma a nada que seguía el hada a través de los troncos y arbustos se hicieron cada vez mas agonizantes, pero su perseverancia la animó a continuar siguiendo el camino trazado por aquellas que pasaron antes, un camino vacío y prosaico, como si los sentimientos que pudieran haber existido en ellos hubiesen sido arrancados de tajo por unas garras demoníacas y sin cuerpo. Ahora el camino no tiene alma, no tiene sentido ni sustancia, solo una dirección sin propósito solo pasos mudos.
Una sensación de hastío invadió el alma cristalina del hada cansada, por su mente ya reptaba la idea de parar y continuar mas tarde su camino. Apenas esa idea comenzaba a tornarse en una acción cuando notó algo inquietante, se encontraba perdida, sin rastro que seguir, los sueños habían acabado ya, no habían sido dejados más, y se encontraba a la deriva.
El miedo invadió su frágil mente y quebrantaba su voluntad, mil preguntas se agolpaban en su cerebro. ¿Qué será de mí? ¿Qué haré ahora? ¿Hacia donde iré? El viento gemía frío y sordo a modo de vaga respuesta. La noche comenzó a caer, las sombras lo invadían todo y no tardó el hada a ser cobijada por ellas. Los hongos que crecían incrustados en los musgosos troncos antiguos y en el suelo húmedo expelían sus vapores luminosos de colores de neón dándole al bosque un aspecto fantasmagórico y onírico. El corazón del hada latía con fuerza portentosa como esperando ser atrapada por un desconocido enemigo.
Un fuerte ruido metálico sobresaltó a la pequeña criatura alada, un ruido sordo y de portentosa potencia que cimbró la tierra y sacudió los árboles alrededor, supo de inmediato que se trataba de ese ser monstruoso que se come al bosque, ese ser de férrea piel y ojos endemoniadamente luminosos: La muerte mecánica se acercaba. Amenazaba con acabar con la pobre hada y destruir por completo el mundo que ella conocía. El ruido siguió escuchándose, se le podía oír moverse entre los árboles lejanos, quizá acercándose o quizá no. Los ojos cristalinos del hada se posaron sobre las ramas de los lejanos árboles y pudo notar como estas se sacudía con fuerza al pasar esa bestia inenarrable. El tránsito de la bestia duró poco y el silencio invadió el lugar, ni siquiera se escuchaba el tímido cantar de los grillos ni el andar de las pequeñas alimañas habitantes de la noche, parecían haberse escondido entre las sombras para no ser descubiertos por la horrorosa criatura gigante que arrancaba los troncos con su espectral garra. El miedo era ya insoportable y unas lágrimas fueron expulsadas de sus ojos brillantes y estas rodaron por sus mejillas hasta caer libremente al suelo.
Las horas pasaron tan rápidamente que ni siquiera se dio cuenta que se había quedado dormida. Lo primero que vio al abrir sus ojos cristalizados fue una luna llena imponente en el cielo, la imagen fragmentada por las ramas tupidas de los árboles no le impidió admirar la magnificencia de su querida luna, de su amada compañera de la noche, aquella con quien había compartido todos sus secretos y que ahora la conocía mas bien que nadie, mejor que ella misma. Comenzó a pensar en todas las dificultades que la luna debe de pasar cada día, como el lidiar con su contraparte, el sol, o el tener que dirigir a todas las estrellas, o lo sola que debe sentirse en el cielo cada noche. Recuerda que ella comenzó a hablar con la luna más por hacerle compañía que por sentirse en la necesidad de contar sus peripecias.
El vapor luminoso de una seta cercana a ella le iluminaba el rostro y la hizo olvidar por un momento que se encontraba perdida, que ya no podía seguir un camino de sueños, pues este había terminado y no había señales de sus congéneres por los alrededores. Cuando estas cuestiones volvieron a su mente comenzó a trazar un plan propio ahora desde una perspectiva más optimista. Decidió continuar su camino ella sola, marcar su propia vía, trazar su propio destino sin seguir el de alguien más pues eso le provocaría desilusiones. La luna parecía sonreírle de manera difusa con sus rayos plateados y el hada le hablo al astro nocturno y sereno de su plan, de cómo dejaría para siempre de seguir y comenzaría a crear, ella dejaría su propio rastro para que alguna otra hada perdida lo siguiera. Así comenzó y se levantó sobre el sombrero del hongo sobre el cual se encontraba y al batir de sus alas vidriosas el viento vibró y ella se elevó para dirigirse a su destino.
La luna la acompañó lo que restaba de la noche y le iluminaba el camino con sus rayos argentinos. El hada siguió platicando con la luna como si esta pudiera darle alguna respuesta, y cada vara que avanzaba sus esperanzas crecía y crecía más. De pronto la tupida arboleda dio paso a un claro bastante amplio en el que podían verse los vestigios de un rudimentario campamento de hadas abandonado hacía mucho. A pesar de la antigüedad de esas ruinas, tal descubrimiento inyectó más esperanza al hada y sonrió con lágrimas a la luna mientras esta, serena y tranquila le acariciaba el rostro con sus finas luces de argento.

No hay comentarios:

La Esencia

La Esencia está viva, cada día respira de nuestro aire y se mueve por nuestro espacio. Somos miserablemente pequeños ante ella. Es nuestra creadora. Pero sus manifestaciones son desconcertantes y casi nunca agradables. Sus manifestaciones son seres. Algunos andan entre nosotros y otros se ocultan en las sombras del mito, mientras que a otros más les es indiferente nuestra existencia y nos pasan de largo. Ellos son los seres de la Esencia.
Soy alguien que ha vivido cerca de todo ello, y que ha tenido la suficiente suerte de sobrevivir o, cuando menos, permanecer cuerdo.
Cada caso del que yo tenga conocimiento en el que se sospeche de una manifestación tal ha de quedar plasmado en este lugar. Aún a costa de mi volundad.

Mapamundi maldito

Powered By Blogger